La
crisis del sistema capitalista es más que evidente en este 1º de mayo de 2013,
Día Internacional de los Trabajadores, así como el carácter clasista e
internacional de una sociedad donde los ricos son cada vez más ricos y los
pobres cada vez más pobres.
La agresión
de la burguesía contra los y las trabajadoras, aletargada en el estado español
en los primeros años de la transición mientras la correlación de fuerzas les
fue algo favorable, ya se ha despojado de todas sus máscaras y se ha lanzado al
despojo de todo lo conseguido durante muchos años de luchas obreras. No
solo en el estado español, la clase obrera europea está sufriendo en estos
momentos la mayor agresión de su historia por parte de la patronal encabezada
por unos gobiernos, liberales en unos momentos, socialdemócratas en otros, que
no tienen reparo en legislar contra los intereses de la mayoría de la
población.
La situación de la clase trabajadora en
el estado español se está volviendo insoportable: más de cinco millones de
parados, continuos Expedientes de Regulación de Empleo, cierres de empresas,
impago de nóminas, aumento de la presión fiscal solo a las rentas del trabajo,
recortes en los servicios públicos, pérdidas de derechos básicos, desahucios,
contrarreformas laborales… Elementos
que están creando una situación de miseria y cuyo causante es la patronal y los
gobiernos de turno instrumentalizados por los grandes especuladores y que
exigen de este 1º de mayo que sea una jornada para que las trabajadoras y
trabajadores de este país tomemos conciencia de la situación política y
económica para hacerle frente.
La
gran movilización de la Huelga General del 29 de setiembre de 2010, que debería
haber significado un punto de inflexión en la defensa de los derechos
económicos, laborales y sociales de la clase trabajadora, se diluyó por la complicidad de los sindicatos del sistema
con la firma, unos meses después, del Acuerdo sobre las Pensiones que rebajaba
las futuras pensiones en un importante porcentaje bajo la falsa excusa de
la viabilidad del Sistema Público. A su vez, y con un descaro vergonzante, se rebajaron un 2% las cotizaciones de los
empresarios a la Seguridad Social. Meses después, estas mismas organizaciones sindicales firman el II Acuerdo
Interconfederal para la Negociación Colectiva y el Empleo que vuelve a regular,
a la baja, las condiciones laborales. Regulaciones que, en línea con todas
las anteriores, tienen un único objetivo: aumentar la explotación de los
trabajadores y trabajadoras.
Por
un lado se recortan los derechos
adquiridos por los trabajadores. Por otro, se recortan y privatizan los servicios públicos. Las embestidas
contra la Sanidad Pública, la Educación Pública, los Servicios Sociales… siguen la política coordinada desde la
capitalista Unión Europea de los mercaderes que lo entienden como otro
segmento del mercado de donde sacar beneficios. Políticas que se iniciaron con
los recortes presupuestarios, continuaron con el deterioro de la calidad de los
servicios, la criminalización de los trabajadores y el falso y cínico continuo
martilleo mediático de que es mucho más eficaz la gestión privada. Aunque la
consecuencia no es otra que la pérdida de unos servicios públicos sufragados
por todos y la necesidad de tener que pagar de nuevo para poder acceder a esos
servicios ya privatizados y acaparadores de riqueza. Al tiempo que los trabajadores públicos ven recortadas
sus contrataciones, sus sueldos y sus derechos convirtiéndose la propia
Administración Pública en otro elemento en manos de la patronal causante de la
profundización de la crisis.
Y
en estas claves se debe analizar el momento histórico que nos está tocando
vivir como clase trabajadora. La nueva
Reforma de las Pensiones de 2013 sigue la línea de recortes de los servicios
públicos y el abandono a los pies de la patronal de unos recursos generados
durante toda la vida laboral; la congelación de las tasas de reposición de los
empleados públicos y el robo de parte de sus sueldos para pagar el rescate de
la banca; el endurecimiento de las condiciones de acceso a las prestaciones de
los trabajadores desempleados; la no revisión del IPC anual de los
pensionistas; la verdadera trata de blancos en las zonas rurales que han
convertido la libre circulación de ciudadanos de la Unión Europea en un fraude
social que enriquece a manijeros sin escrúpulos y a la Política Agraria Común
en una nueva forma de trasvase de capital hacia los grandes terratenientes; las
mafiosas redes de distribución de alimentos que explotan a los agricultores,
vacían los bolsillos de los consumidores y, en su lógica de obtención rápida de
beneficios, prefieren deshacerse de los excedentes de alimentos mientras la
población pasa hambre; la criminal
política de los bancos que, sin ningún tipo de escrúpulo, siguen desahuciando
de sus viviendas a la clase trabajadora sin importarles que se traten de niños,
ancianos, personas con minusvalías o que la presión ejercida sobre estas
personas termine con suicidios que tienen que ser calificados como asesinatos.
Mientras a la clase trabajadora se le
exige sacrificio tras sacrificio para satisfacer las aspiraciones espurias de más
acumulación para los más ricos, asistimos con verdadera indignación a un nuevo
brote verde de la corrupción. Una
corrupción inherente al sistema capitalista, que por su carácter siempre está
presente pero que, mientras ha existido bonanza económica y sobres para todos,
ha permanecido oculta. Pero el financiamiento en negro es un secreto a voces y
moneda de cambio entre los partidos del capital, los sindicatos oficiales y la
propia jefatura del estado, principio y origen de un sistema incapaz de
funcionar sin este tipo de tejemanejes, y que salpica de una manera o de otra a
todos los que están colaborando con él. El propio empresariado, elemento
corruptor por antonomasia, aparece enfangado hasta el cuello con comisiones
ilegales, financiamientos ilícitos y concesiones públicas a dedo.
Desde las organizaciones que formamos la
Coordinadora Sindical de Clase entendemos que es necesario, en primer lugar,
denunciar el continuo trasvase de recursos de las rentas del trabajo a las
rentas del capital. Pero que es necesario aportar a la clase obrera soluciones
para una salida obrera a la crisis y la superación del capitalismo por ser un
sistema autodestructivo. Las propuestas de la burguesía solo aportan más paro, más
miseria y más enriquecimiento para los suyos.
Queremos
la nacionalización de la banca que
estamos pagando entre todos los trabajadores, trabajadoras, ciudadanos y
ciudadanas de las rentas del trabajo; y, por tanto, persecución y
encarcelamiento de todos los que se hayan enriquecido a costa de ello; trabajo para todos y todas; reducción de la jornada laboral; reposición de los derechos de las
trabajadoras y trabajadores mediante un estatuto obrero, reposición y mejora del Sistema Público de
Pensiones; Enseñanza Pública y sin
subvenciones para la Iglesia; Sanidad
Pública; paralización de los
desahucios; recuperación de la actividad económica de servicios para el Sector
Público; nacionalización de los
sectores estratégicos de la Economía (Transporte, Energía,
Telecomunicaciones, la tierra…); reforma del Código Penal estableciendo medidas
contra la corrupción de los empresarios así como la exclusión total de la vida
pública y de las estructuras del estado de los corruptos.
El sindicalismo de clase que representa
la CSC y todas sus organizaciones es
la única alternativa para recuperar la dignidad de los trabajadores tras tantos
años de retrocesos. Porque no solo hay que recuperar esa dignidad sino también
la confianza de la clase obrera en sus organizaciones tras el desbarajuste provocado por los sindicatos incrustados en el sistema
y a los que se ha pegado todos los vicios y perversiones de ese mismo sistema.
En contraposición al pacto social que
nos ha abocado a esta situación entendemos las relaciones como de clases
enfrentadas y, por tanto, de contraposición al capital. Continuamos
reivindicando la Huelga General como herramienta frente al pactismo,
entendida de forma opuesta a la manera del sindicalismo colaboracionista que ha
pervertido su uso para utilizarlo como forma de presión para continuar
negociando. No hay negociación posible
con quien pretende aumentar la explotación de la clase obrera. Una
herramienta que no solo nos hará recuperar lo que es nuestro, a la vez que
servirá al desarrollo y concienciación de clase que nuestra sociedad tanto
necesita.
Por
eso invitamos a todos los trabajadores y trabajadoras a acudir con nosotros a
la manifestación del 1º de mayo que, en distintas ciudades, convocamos. Ninguna lucha de los trabajadores ha
significado un fracaso, la única fracasada es la que nunca iniciamos.
Viva la lucha de la clase obrera.